El forjado colaborante se ha convertido en una de las soluciones más demandadas en el sector de la construcción, gracias a su combinación de rapidez, eficiencia y resistencia estructural. Este sistema, que une las propiedades del acero y el hormigón, no solo ofrece ventajas técnicas, sino que también responde a las exigencias actuales de sostenibilidad y optimización de recursos.
En este artículo, exploramos las características del forjado colaborante, medidas típicas utilizadas en España y sus principales beneficios en el ámbito constructivo.
¿Qué es el forjado colaborante?
El forjado colaborante es un sistema constructivo que combina una chapa perfilada de acero galvanizado con una capa de hormigón armado. La chapa no solo actúa como encofrado perdido durante la fase de construcción, sino que, una vez fraguado el hormigón, trabaja en conjunto para soportar las cargas estructurales.
Su diseño permite aprovechar al máximo las propiedades de ambos materiales:
- El acero resiste los esfuerzos de tracción.
- El hormigón asume los esfuerzos de compresión.
Este sistema destaca especialmente por su versatilidad, ya que se adapta tanto a obras nuevas como a proyectos de rehabilitación, lo que lo convierte en una opción ideal para diversos tipos de edificaciones.
En España, su uso está regulado por el Código Técnico de la Edificación (CTE), que establece las normativas relativas a resistencia, deformaciones y seguridad en este tipo de estructuras.
Medidas rípicas de forjado colaborante en España
En el mercado español, las especificaciones más habituales para la chapa colaborante incluyen:
- Grosor de la chapa:
- Espesor: entre 0,8 mm y 1,5 mm, según las necesidades del proyecto.
- Fabricadas en acero galvanizado, con un recubrimiento de zinc que suele ser de 275 g/m² para proteger contra la corrosión.
- Geometría de la chapa colaborante:
- Altura del perfil: 50 mm, 60 mm o 75 mm, siendo el perfil de 60 mm el más utilizado por su equilibrio entre resistencia y peso.
- Ancho útil: varía entre 600 mm y 1.000 mm, dependiendo del fabricante.
- Longitud de la chapa: normalmente cortada a medida, aunque las piezas suelen oscilar entre 2 m y 6 m de longitud para facilitar el transporte y montaje.
- Espesor del hormigón:
- 50 mm a 100 mm en edificaciones residenciales.
- 120 mm a 200 mm en edificios comerciales o industriales con mayores exigencias de carga.
- Separación entre apoyos: las luces entre apoyos suelen oscilar entre 2,5 m y 4 m, aunque en proyectos específicos se pueden alcanzar luces mayores.
- Armadura de refuerzo: para reforzar la colaboración entre el hormigón y el acero, se suelen utilizar mallazos electrosoldados de diámetro 6 mm a 8 mm, con separaciones de 150 mm x 150 mm.
Ventajas del forjado colaborante
- Rapidez de ejecución: el forjado colaborante permite avanzar rápidamente en obra. La chapa actúa como encofrado perdido, eliminando la necesidad de moldes tradicionales y reduciendo significativamente los tiempos de montaje.
- Ligereza estructural: gracias a su diseño optimizado, el peso total de la estructura se reduce en comparación con sistemas tradicionales. Esto es especialmente útil en proyectos de rehabilitación, donde se deben minimizar las cargas adicionales sobre estructuras existentes.
- Adaptabilidad a diversos proyectos: el forjado colaborante se adapta tanto a edificios nuevos como a reformas. En obras de rehabilitación, es ideal para crear nuevos forjados sobre estructuras antiguas, ya que permite una instalación eficiente incluso en espacios reducidos
- Sostenibilidad: el forjado colaborante se adapta tanto a edificios nuevos como a reformas. En obras de rehabilitación, es ideal para crear nuevos forjados sobre estructuras antiguas, ya que permite una instalación eficiente incluso en espacios reducidos
- Versatilidad en el diseño: permite construir grandes luces sin necesidad de vigas intermedias, ideal para espacios diáfanos en edificios industriales, comerciales y residenciales.
Consideraciones importantes
- Resistencia al fuego: para cumplir con la normativa española, a menudo es necesario proteger la capa de hormigón con recubrimientos ignífugos o incrementar su espesor.
- Acústica y vibraciones: en edificios residenciales, puede ser necesario incorporar materiales aislantes adicionales para mejorar el confort acústico.
- Coordinación técnica: es clave integrar desde el diseño las especificaciones del forjado con el resto de la estructura, idealmente utilizando herramientas BIM (Building Information Modeling),que permiten prever conflictos y optimizar el diseño antes de llegar a obra.
Aplicaciones comunes
En el contexto español, el forjado colaborante se utiliza en una amplia variedad de proyectos, como:
- Viviendas unifamiliares: gracias a su eficiencia y rapidez de instalación.
- Naves industriales: por su capacidad para cubrir grandes luces con un coste competitivo.
- Edificios de oficinas y comerciales: por su adaptabilidad a diseños modernos y sostenibles.
- Rehabilitación de edificios históricos: minimiza las cargas estructurales y facilita el trabajo en zonas de difícil acceso.
Claves para un uso óptimo
- Cumplir con la normativa: en España, el forjado colaborante debe cumplir con los requisitos del Código Técnico de la Edificación (CTE) en cuanto a resistencia, deformaciones y seguridad frente al fuego.
- Coordinación técnica: es fundamental planificar el diseño estructural con un equipo especializado para aprovechar al máximo las capacidades del sistema.
- Protección frente al fuego: según las exigencias del proyecto, se pueden aplicar recubrimientos ignífugos al hormigón o incrementar su espesor para garantizar el cumplimiento de las normativas.
- Confort acústico: en edificios residenciales o de uso público, se recomienda incluir soluciones de aislamiento acústico para mejorar el confort.
El forjado colaborante es una solución moderna que combina eficacia, adaptabilidad y sostenibilidad. Su capacidad para integrarse en proyectos de todo tipo, desde viviendas hasta grandes naves industriales, lo convierte en una opción preferida en el mercado español.
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